Síndrome de May-Thurner

Consiste en la compresión de la vena iliaca primitiva izquierda entre el cuerpo vertebral y, normalmente, la arteria iliaca primitiva derecha. Puede llegar a observarse hasta en el 30% de la población, por lo que es de vital importancia distinguir qué pacientes se van a beneficiar de tratamiento y cuáles no.

Este síndrome es el responsable de la mayor parte de trombosis venosas profundas del eje venoso iliaco izquierdo. Cuando la trombosis sucede es una situación grave que precisa de tratamiento complejo para conseguir un restablecimiento del flujo en la vena.

Los síntomas más comunes del síndrome de May-Thurner antes de presentar trombosis venosa son:

  • Claudicación venosa de MMII: caracterizada por una sensación de congestión de la extremidad, con pesadez y dolor que se incrementa con el ejercicio (caminar) y que llega a obligar a detenerse.
  • Dolor pélvico crónico y congestión pélvica con dolor en región inguinal, genital y pélvica, pudiendo aparecer varices y dilataciones venosas a dichos niveles.
  • Dolor con las menstruaciones y con las relaciones sexuales.

El tratamiento de elección del síndrome de May-Thurner es el endovascular. Mediante punción de una vena en la ingle se introducen catéteres para alcanzar la región comprimida de la vena, se confirma la lesión mediante el catéter de IVUS y, posteriormente, se implanta un stent (muelle) para mantener la vena dilatada a su tamaño teórico normal.

En ocasiones puede llegar a precisarse cirugía abierta confeccionando un bypass para evitar dicha compresión. Estas intervenciones en este sector son de último recurso dada su agresividad comparada con el tratamiento endovascular.